Las amplias vistas al mar recorren toda la propiedad, mientras el suave murmullo de las olas acompaña el día – como una invitación a detenerse, relajarse y disfrutar del momento. En las acogedoras zonas de estar, las vigas de madera vistas y los cálidos suelos de terracota crean un ambiente envolvente. El crepitar del fuego en la chimenea acentúa la calma del hogar, mientras que los detalles cuidadosamente elegidos aportan un toque personal y lleno de calidez.
En la planta baja, el elegante y amplio salón de recepción refleja el carácter refinado de la villa y conduce a la tradicional escalera, bellamente elaborada, que ocupa el corazón de la casa. Desde allí se accede a una serie de estancias y rincones tranquilos, ideales para momentos de reflexión o para compartir con personas queridas, tal vez durante una partida de ajedrez, acompañada de una copa de vino seleccionado. La cocina, de estilo rústico, encanta con azulejos sevillanos pintados a mano con cariño y desprende una atmósfera cálida, auténtica y acogedora.
